Artículo Radio Marca Almería: Una piedra llamada Almería





Una piedra llamada Almería


Querer es poder, y, quien no quiere, ni puede ni podrá. Sentencio. Es la historia del mediocre; caminar de manera errante por senderos pedregosos donde, con un devenir circular, tropieza de forma cíclica con la misma roca, de color rojo y blanco y con dudosas aspiraciones en el caso del Almería. Y es que no hay piedra más peligrosa, puntiaguda y constante en la porfía que uno mismo. La baja moral es una losa, y eso bien lo sabemos los que, por afán y azar del destino, seguimos a un equipo que nos muestra excesivas veces su cara mala.
Ramis habla de “injusticia” y de la necesidad de “creerse capaces de ganar” ante la forma en que los puntos decidieron quedarse en Pamplona y no subirse al autobús almeriense, y lleva razón. Está bien identificar el problema, es precisamente ese el primer paso que se debe dar para solucionarlo. Aunque, en este caso, el entrenador tarraconense debe hacer autocrítica y ubicarse a sí mismo dentro del conflicto. El equipo, como por sistema, se empeña en dar la espalda a la portería contraria desde el momento en el que el resultado se considera medianamente interesante. Así sucedió en Soria, así pasó en Pamplona e incluso en Almería frente al Lorca. Es complicado evitar un asedio escondiéndose en un agujero, no hay que olvidarse el tratar de debilitar al rival.
El fútbol consiste en marcar más goles que el contrario. Este deporte, cada vez más alejado de la definición que lo contempla, huye de la vistosidad para convertirse en un cilicio al espectador, quien solo es capaz de disfrutar cuando ante ellos aparece un virtuoso del balón, de esos que valen cien kilos y que son producto exclusivo de los poderosos. Estamos a tiempo de vivir un curso bonito, pero, de momento, el Almería hace gala del sopor y niega a los suyos la emoción de un tiro al palo, de un ¡huy! o de la celebración de un gol. Este nos es el deporte del que yo me enamoré.

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